Rachas.

Hay que subir la mirada al cielo, si eso te da esperanzas de que algún día brillarás tanto como el Sol y te sentirás como en las nubes. Hay que pensar que algún día todo estará bien. Que esos días negros en los que todo era llorarle a tu almohada y dormir para olvidarte de todo un rato están muy lejos. Que ahora estás mejor, que estás bien, que lo estás superando. Que ahora las sonrisas no son falsas. Hay que pensar que la felicidad no está tan lejos. Que está ahí, muy cerca, que casi la tocas con las puntas de los dedos. Que las cosas malas no pueden afectarte, no te llegan, no son capaces de atravesar tu halo de felicidad; ese halo que han tejido las personas que te quieren. Que si ahora cae una lágrima es por felicidad. Que todo son rachas. Rachas malas que, igual que han venido, se irán. Sólo has de confiar en ello.